La revolución de las 5:00 AM: Cómo el trabajo de cuidado puede transformar el futuro de América Latina
- Jennifer Obado Joel
- 11 jul
- 7 Min. de lectura
Cada mañana a las 5:00 AM, María González abre las puertas de su guardería comunitaria en las colinas de Medellín. Hace veinte años, estas mismas calles se teñían de rojo con la violencia. Hoy, resuenan con las risas de los niños. María no lo sabe, pero es parte de una revolución económica que podría transformar América Latina; un cambio de pañal, una comida, un cuento antes de dormir a la vez.
La economía invisible que lo sostiene todo
Esto es lo que presidentes y ministros de finanzas pasan por alto cuando hablan de infraestructura: la guardería de María es infraestructura. Así como las carreteras transportan bienes y los puertos mueven cargamentos, el trabajo de cuidado impulsa economías enteras. Sin él, nada más funciona.
Los números cuentan una historia que los políticos no quieren escuchar. En México, las mujeres dedican 33 horas semanales al trabajo de cuidado no remunerado; efectivamente un segundo empleo de tiempo completo¹. En Brasil, el trabajo de cuidado no remunerado equivale al 11% del PIB². Es más grande que todo el sector agrícola, y sin embargo no aparece en las cuentas nacionales.
Carmen, ingeniera de software en São Paulo, descubrió esta matemática de la peor manera. Cuando su madre desarrolló demencia, Carmen redujo su jornada a medio tiempo. Su empresa perdió a una desarrolladora senior. El sector tecnológico perdió capacidad de innovación. Su familia perdió la mitad de sus ingresos. Multiplica la historia de Carmen por millones y verás cómo las crisis de cuidado se convierten en crisis económicas.
La bomba de tiempo caribeña
En Barbados lo llaman la “presión de la generación sándwich”. Patricia dirige un hotel en Bridgetown mientras cuida a su padre diabético y cría a dos adolescentes. El Caribe enfrenta una tormenta demográfica perfecta: poblaciones que envejecen rápidamente, emigración juvenil y temporadas de huracanes que destruyen regularmente la infraestructura de cuidado³.
Para 2030, uno de cada cinco habitantes del Caribe tendrá más de 60 años⁴. La población de personas mayores en Jamaica se duplicará. Las necesidades de cuidado en Trinidad se triplicarán. Sin embargo, la mayoría de las islas tienen hoy menos cuidadores per cápita que en el año 2000. La matemática no funciona… a menos que revolucionemos la forma en que pensamos el cuidado.
La Dra. Marva Edwards, quien dirige la única residencia pública para adultos mayores en Barbados, lo dice sin rodeos: “Estamos formando enfermeras para Canadá mientras nuestros abuelos esperan meses por atención. Eso no es fuga de cerebros; es fuga de cuidados.”
El milagro económico oculto a simple vista
¿Qué pasaría si América Latina invirtiera en el cuidado como invierte en minería o manufactura? La Organización Internacional del Trabajo hizo los cálculos y son asombrosos. Invertir el 2% del PIB en cuidado en toda América Latina crearía 59 millones de empleos para 2030⁵.
No empleos temporales. No trabajos precarios. Empleos reales con formación, salarios y dignidad.
Costa Rica demostró que funciona. Su Red Nacional de Cuido, lanzada en 2014, creó 15,000 empleos directos y permitió que 42,000 mujeres ingresaran al mercado laboral⁶. Cada colón invertido retornó 2.3 colones en actividad económica. El programa no costó dinero; generó dinero.
Uruguay fue más allá. Su Sistema Nacional Integrado de Cuidados cubre a niños, personas mayores y personas con discapacidad. ¿El resultado? La participación laboral femenina aumentó un 11% en cinco años⁷. El PIB creció un 1.2% adicional cada año. La criminalidad bajó en los barrios con centros de cuidado. Resulta que cuando los padres pueden trabajar y los niños están supervisados, las sociedades se vuelven más seguras.
De las favelas a las multinacionales
En la favela Complexo do Alemão de Río, sucedió algo notable. Una cooperativa comunitaria de cuidado infantil no solo cuidaba niños; transformó un barrio. Madres que antes estaban atrapadas en casa iniciaron negocios. Padres tomaron segundos turnos sabiendo que sus hijos estaban seguros. El embarazo adolescente se redujo un 30% cuando las niñas vieron posibles futuros diferentes.
Ana Silva, quien comenzó como voluntaria, ahora gestiona tres centros. “Decían que necesitábamos más policías. Nosotros dijimos que necesitábamos más cuidados. Adivina quién tenía razón.”
Los efectos dominó sorprendieron a los economistas. Cada empleo de cuidado creó 1.7 empleos adicionales en la comunidad⁹. Los vendedores de comida atendían a los trabajadores de cuidado. El transporte se expandió para cubrir sus traslados. Una costurera local comenzó a confeccionar uniformes. El trabajo de cuidado se convirtió en un multiplicador económico.
Clima, cuidado y supervivencia
Cuando el huracán María devastó Puerto Rico, lo que colapsó no fue solo la red eléctrica; fue la red de cuidados. Pacientes de diálisis murieron cuando cerraron las clínicas. Personas mayores perecieron solas. Niños pasaron hambre cuando desaparecieron los programas de alimentación escolar¹⁰.
Pero en los barrios con fuertes redes de cuidado, las tasas de supervivencia se dispararon. Cocinas comunitarias alimentaron a cientos. Redes vecinales cuidaron a los residentes vulnerables. La infraestructura de cuidado resultó tan vital como los muros de contención.
Chile aprendió esta lección tras el terremoto de 2010. Sus comunidades reconstruidas incluyeron centros de cuidado como infraestructura esencial: edificios antisísmicos que funcionaban como guarderías de día y refugios de emergencia durante desastres¹¹. Planificación inteligente que salva dinero y vidas.
El dividendo de seguridad
El Salvador descubrió algo inesperado: la inversión en cuidados podría tener éxito donde las políticas de mano dura fracasaron. Sus centros “Ciudad Mujer” combinan cuidado infantil, atención médica y formación laboral. En los barrios con centros, el reclutamiento de jóvenes por pandillas bajó un 40%¹².
¿Por qué? Habla con Rosa, cuyo hijo acaba de entrar a la universidad: “Cuando los chicos tienen un lugar seguro después de clases, cuando las madres pueden trabajar, cuando los abuelos reciben sus medicinas, es cuando los muchachos dejan de ver las pandillas como su única opción.”
Las excombatientes de las FARC en Colombia, en su mayoría mujeres, reportan que la falta de cuidado infantil es la mayor barrera para su reintegración¹³. Sin cuidado no hay trabajo. Sin trabajo no hay alternativa a la violencia. El proceso de paz se estanca no por falta de entrega de armas, sino por falta de cambios de pañales.
La revolución tecnológica que realmente importa
Olvida el blockchain. La verdadera innovación ocurre en lugares como los centros “PILARES” de Ciudad de México, que combinan cuidado infantil con formación en habilidades digitales¹⁴. Las madres aprenden programación mientras sus hijos juegan seguros cerca. Los programas de cuidado nocturno para adultos mayores permiten que sus hijos trabajen turnos de noche en la economía global.
El registro digital de trabajadoras de cuidado en Argentina formalizó 400,000 empleos que antes estaban en la sombra¹⁵. Las trabajadoras obtuvieron protección laboral. Las familias encontraron cuidados confiables. Aumentó la recaudación fiscal. Todos ganaron, excepto la explotación.
Pero la tecnología por sí sola no nos salvará. El programa “Mais Médicos” de Brasil demostró que la conexión humana importa más que las aplicaciones¹⁶. Los trabajadores comunitarios de cuidado con formación básica y salario digno superaron a las soluciones de alta tecnología en la reducción de la mortalidad infantil.
El camino a seguir
América Latina está en una encrucijada. Un camino continúa tratando el cuidado como caridad, el sacrificio no remunerado de las mujeres que sostiene economías que las subvaloran. El otro reconoce el cuidado como infraestructura, inversión e innovación.
El plan ya existe:
Inversión pública: no como bienestar, sino como estímulo económico. Cada dólar invertido en cuidado retorna de $3 a $7 en crecimiento económico¹⁷.
Empleos formales: transformar a millones de cuidadoras informales en profesionales con formación, salarios y dignidad.
Sistemas universales: como la educación y la salud, hacer del cuidado un derecho, no un privilegio.
Inclusión masculina: desafiar el machismo mostrando que el cuidado es un trabajo calificado, valioso y sin género.
La revolución comienza al amanecer
De regreso en Medellín, la guardería de María González encendió algo más grande. El municipio ahora financia 50 centros similares. Excombatientes trabajan como asistentes de cuidado. Madres adolescentes terminan la escuela. Abuelos enseñan oficios tradicionales. Las colinas que antes resonaban con disparos ahora vibran con posibilidades.
La crisis económica de Venezuela demostró lo que sucede cuando colapsan los sistemas de cuidado: desnutrición, enfermedad y éxodo¹⁸. Pero los países que invierten en cuidado muestran lo contrario: resiliencia, crecimiento y esperanza.
La pregunta no es si América Latina puede permitirse invertir en cuidados. Es si podemos permitirnos no hacerlo. Porque cada mañana a las 5:00 AM, millones de Marías abren puertas a algo más que guarderías. Abren puertas a un futuro diferente, uno donde el trabajo de cuidado sea reconocido, valorado y revolucionario.
La infraestructura del mañana no son solo cables de fibra óptica o autopistas. Es la vecina que revisa a un adulto mayor. Es la guardería que permite la carrera de una madre. Es la residencia que preserva la dignidad de los mayores. Las manos que mecen la cuna podrían, de hecho, reconstruir la economía.

Referencias
Economic Commission for Latin America and the Caribbean (ECLAC). (2023). The care society: A horizon for sustainable recovery with gender equality. United Nations.
Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (IBGE). (2022). Unpaid care work and gender inequality in Brazil. IBGE National Accounts.
Caribbean Development Bank. (2023). Aging and care needs in the Caribbean: Economic implications and policy responses. CDB Special Report.
Pan American Health Organization (PAHO). (2023). Health and aging in the Caribbean: Challenges and opportunities. PAHO/WHO.
International Labour Organization (ILO). (2022). Care at work: Investing in care leave and services for a more gender equal world of work - Latin America focus. ILO Americas.
Instituto Nacional de las Mujeres (INAMU). (2023). Evaluación del impacto económico de la Red Nacional de Cuido. Costa Rica.
Sistema Nacional Integrado de Cuidados. (2023). Five years of care transformation in Uruguay: Economic and social outcomes. SNIC Uruguay.
Instituto Pereira Passos. (2022). Community care and violence reduction in Rio's favelas. Rio de Janeiro Municipality.
Inter-American Development Bank (IDB). (2023). The multiplier effect of care investment in Latin American cities. IDB Publications.
Center for Puerto Rican Studies. (2022). Hurricane Maria and the collapse of care infrastructure. Hunter College CUNY.
Ministerio de Desarrollo Social Chile. (2021). Resilient care infrastructure: Lessons from earthquake reconstruction. MIDESO.
Secretaría de Inclusión Social El Salvador. (2023). Ciudad Mujer: Impact evaluation 2011-2023. SIS El Salvador.
Agencia para la Reincorporación y la Normalización. (2022). Gender, care, and reintegration challenges in Colombia. ARN Colombia.
Secretaría de Educación CDMX. (2023). PILARES: Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes - Impact Report. Mexico City.
Ministerio de Trabajo Argentina. (2023). Registro de Trabajadoras de Casas Particulares: Formalización y derechos. MTEySS Argentina.
Ministério da Saúde Brasil. (2022). Programa Mais Médicos: Community care and health outcomes. MS Brasil.
UN Women & ECLAC. (2023). The care economy as a driver of inclusive growth in Latin America and the Caribbean. United Nations.
Cáritas Venezuela. (2023). Care systems collapse and humanitarian crisis: The Venezuelan case. Cáritas International.
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